miércoles, febrero 11, 2004

Anestesia

Podría empezar este escrito con "vaya mierda" o con algún eufemismo par a esto que se ha dado en llamar Vida. Pero no, empezaré contando cómo ocurrió todo. Era una noche de viernes como cualquier otra. De esas en la que buscas cómo perder la conciencia: ¿esta vez con un wiskhy o con cervezas?. Lo de la compañía esta resuelto. Así, en mi soledad del viernes me decidí a ir a un bar de la calle Normandía. Un bar parecido a ese que imaginas y cuya una particularidad es que me permite pasar por la calle de las putas, bueno una de las calles donde las putas trabajan. Esa calle es el único lugar donde cualquier persona se puede sentir querida por otra. Da igual que sepas que es por interés, vamos, por dinero que casi es lo mismo hoy en día. Por esa s falsas ilusiones me gustaba ir a ese bar de la calle Normandía. Una vez allí la camarera de tez morena me insinuó que tenía que abandonar la mesa para que otras personas con mas consumo hicieran su gasto. Así fue como me vi saliendo del bar de la calle Normandía sin percatarme de que había un personaje en el suelo cerca del quicio de la puerta exterior. Estaba fuera de si. Hablaba de dios, de su suerte y de la cantidad de borregos que entraban al bar. Este señor era uno de aquellos a los que la lucidez trastornó, a los que la lucidez hace cambiar de mundo, o por lo menos de lo que creemos que es nuestro mundo. Qué mas da si la droga lo llevó a ese estado. Qué importa si fuera antes un arquitecto afamado que probó por primera vez cocaína en un diecisieteavo piso de la zona empresarial. Que mas da si era un artista que necesitaba drogarse para abrir puertas. Lo que importa es que estaba allí diciendo verdades. Y así con la mentalidad de borrego caminé hacia la plaza. Decenas de jóvenes con sus amigos bebiendo y pasando el rato. Comprando licor barato porque el dinero que les dan sus padres no es suficiente. Jóvenes haciendo que hacen algo, haciendo que disfrutan, o disfrutando al hacerlo. ¿Qué disfrutan? disfrutan el hecho de poder hacer lo que están haciendo , lo que marcan los demás que debes hacer. Lo que hace todo el mundo o por lo menos la mayoría del mundo. ¿Porqué habría de ser de otra forma? Un os pocos tragos, un cigarrillo de marihuana perfectamente armado que los mejores amigos ponen mas fuerte. y nada mas, ya habrá tiempo para otras cosas. No hay que utilizar todos esos pequeños oasis de felicidad a la vez. Cada cosa a su tiempo para poder soportar esto llamado Vida. Ya podrán luego ser arquitectos o artistas y fumar y ser aceptado haciéndolo y controlando, porque controlas todo aquello que hace la mayoría, si eres un drogadicto minoritario eres escoria y no tienes ni idea del control. Jóvenes que vivirán hasta pasados los 30 en casa de sus padres y que les importa un rábano qué pasará mañana o qué paso ayer. Carpe diem dicen algunos, sin saber qué significa. ¿A alguien le importa? Luego a los treinta y tantos, despues de estudiar para ser arquitectos o artistas saben que deben emanciparse y lo han estado preparando durante años. Ahora es la carrera por el tener y a veces por el hacer. Corre! corre! que te dejan, que luego no podrás hacer tanto dinero. Que con dinero se mueve todo!... es una realidad. Se repiten tópicos en sus breves momentos de reflexión: el dinero no da la felicidad, pero se necesita. Praxis! praxis! ay! de aquello s que viven pensando en tonterías. A hacer dinero. Que afán de los borregos por estar en la mitad del sándwich: tu trabaja, trabaja y genera deudas para que tengas que trabajar mas. Nosotros te diremos qué es felicidad y como te puedes "realizar", es decir nosotros te diremos lo que significa la palabra Progreso. Te diremos cómo gastar tu dinero y cómo hacerlo de tal forma de que no cese tu felicidad y de una forma singular, que te permitirá pasar por este mundo con anestesia.

jueves, febrero 05, 2004

- Es verdad, en el fondo tienes razón -convine conciliante-, pero somos todos
forzados de una gran galera, todos le damos al remo, ¡no puedes decirme lo
contrario!... ¡Sentados sobre bayonetas y aún esforzándonos! ¿Y qué tenemos?
¡Nada! Garrotazos, calamidades, coña y putadas. ¡Trabajamos!, dicen. Y eso,
su trabajo, es peor, más infecto que el resto. Estamos abajo, en la cala, con
la lengua fuera, hediondos, los cojones sudados, ¡eso es todo! Arriba, sobre
cubierta, al fresco, están los amos, que no se apuran con hermosas mujeres
sonrosadas y bienolientes sobre sus rodillas. Nos hacen subir al puente.
Entonces se encasquetan sus sombreros de copa y nos lanzan un aullido: «¡Hato
de carroñas, es la guerra!», notifican. «Vamos a ir al encuentro de esos
malnacidos que han invadido la patria nº 2, y les vamos a saltar los sesos.
¡Adelante! ¡Adelante! ¡A bordo hay cuanto hace falta! Y ahora, ¡a coro!
Gritad a pleno pulmón para que tiemblen: «¡Viva la patria nº 1» ¡Que se os
oiga de lejos! ¡El que brame más fuerte recibirá la medalla y la peladilla
del Niño Jesús! ¡Maldita sea! ¡Los que no quieran palmar en el mar, siempre
podrán ir a palmar en tierra, en donde todavía es más fácil que aquí!»


Tomado de "viaje al fin de la noche" de Céline