domingo, diciembre 12, 2004

Las encías

Una playa pequeña. Era el mar, pero encerrado. Entre paredes altas. Como una piscina muy profunda a medio llenar. Con el color mítico del mar caribeño: arenas blancuzcas, aguas verdes y azules, transparentes. Justo antes estaba detrás, encima de la manta. En actitud de picnic de película yanqui. A todos nos explicaban la forma de contar, los números. De repente quedo solo con los profesores. Me dirijo a aquella playa donde encuentro a la gente feliz dentro del agua y una amiga con los pies en vaivén desde el borde de la claustrofóbica piscina. ¿Qué pasa no te gusta el agua? ¿Está fria? No, dice ella, lo que pasa es que no me encuentro del todo bien. Me siento a su vera. ¿Qué tienes? Mira, dice. Y con su mano izquierda descolgando de su brazo (que aparece como un gran apéndice de detrás de su cabeza) agarra el labio superior y lo estira hasta muy arriba inclinando simultáneamente la cabeza hacia atrás. Veo todo. Ahora entiendo. Sus encías se han separado de sus dientes, veo su cráneo, veo los agujeros de los ojos, los agujeros de la nariz. Era como ver una radiografía. Vaya extraño movimiento del brazo, pensé.

Nota: Entre otras cosas, las piezas que fundamentan de los sueños son las fijaciones, las sensaciones impactantes que tienes durante el día. Durante 3 paradas de metro estuve fijamente mirando a una chica y su bolso de antología de Emily The Strange. Una imagen perfecta. Próxima estación: Esperanza.

domingo, diciembre 05, 2004

Las migas amarillas

Una mano. Veo de repente un pequeño hilo negro, muy fino, muy corto en un poro de la mano derecha. Con la otra mano (e inexplicablemente con una tercera sin dar demasiada notoriedad al hecho) tomo el cabo del hilo. Empiezo a halar y me doy cuenta que el hilo se mueve. Se mueve cual lombriz que escapa, en su tierra. Con las otras dos manos intento pillarla, que no se escape, sera algo malo. La pillo pero en cuanto voy tirando de ella me voy enterando de su verdadera longitud. Esta enredada con las entrañas de la mano, con los tendones con los huesos y con todo el mecanismo. Sigo tirando, el "hilo" empieza a romper la piel y la mano de repente esta totalmente abierta. Es una incisión perpendicular a los dedos. Con la mano abierta y con las otras sigo intentando retirar al extraño animal. Caen ex machina migas de un pan amarillo. Termino la labor, junto los extremos para que el cuerpo haga su trabajo y una definitivamente las partes. Lo hace, curiosamente, recuerdo las migas amarillas, ahora tengo que volver a abrir, con fuerza. Duele, dolor. Allí están las migas, hay que sacarlas. Sacudo la mano invirtiéndola para ayudarme de la gravedad. Caen las migas, caen las ruecas y caen también todas las ruedas dentadas que hacen que funcionen, mitad metal, mitad biología. Desespero. Como si abrieras un reloj muy complicado, solo para verlo y salen por los aires las mil piezas que lo componen y que sabes que incluso el mejor relojero tendría problemas para volver atrás al tiempo. Tremendo desaguisado. Despierto con dolor de cabeza.

sábado, diciembre 04, 2004

Sin mas que añadir

Los días pasan sin definir
Las esperanzas arden como papel en el hogar
El tormento de pensar en cómo sería el final
Con una determinación sin dirección
Con prurito de desespero
Sin mas qué decir
Sin nada que escuchar
Sin nada que añadir a la perfección del vacío
Sin mas que añadir