martes, enero 16, 2007

Homo Consumens

Por aquí de nuevo. A pesar de andar ocupado, en la carrera sin sentido en la que se convierte la vida con demasiada frecuencia.

Hace poco se publicaba en The Economist, un artículo hablando sobre la felicidad. ¿Están, las empresas, o el capitalismo (de “libre” mercado) llevando felicidad a la gente? Vaya pregunta, tiene cojones, que la felicidad tenga que venir procesada, empacada, y vendida. Pero resulta que… así es! Hace pocos días, también, se reveló el nuevo producto de la empresa (que a veces la gente se olvida de que es una empresa) Apple, llamado el iPhone. Hubo páginas web que narraban el acontecimiento (la presentación, delante de un grupo de admiradores, que no digo consumidores) como si se tratara de un partido de fútbol del mundial o una secta milagrosa. La gente sigue la presentación para ver “como una empresa va a cambiar la forma en la que usamos un producto o un servicio” y en el proceso, se sienten mejor!.

La capacidad de decisión humana ya no está en manos de lo hombres, se controla desde despachos empresariales con documentos y estudios de focus groups invirtiendo millones y millones ajustando la maquinaria sicológica (el producto como tal importa muy poco en proporción). En este contexto, se empieza a entender que la gente se sienta feliz comprando un producto.

Se han derramado chorros de tinta (o de bits) sobre el Homo Consumens, pero nunca será suficiente para explicar la locura a la que nos enfrentamos hoy por hoy: la gente se siente feliz comprando, se siente libre decidiendo qué comprar, las empresas disfrazan productos y servicios con cualquier vestido que encuentren (incluso rebeldía, anarquismo, anti-capitalismo!); lo importante es vender mas (cualquier cosa se puede vender incluso abrazos).

El ser humano siempre tiene que estar ocupando su tiempo, su seso, en resolver problemas aunque sean simples. Cada día el Homo Consumens en el primer mundo, está ocupado comprando algo o decidiendo qué compra: desde una casa a un ordenador, una aspiradora, un tapete, y sobre todo electrónica (¿Cómo pudimos vivir antes sin iPods, cámaras digitales y televisores planos?). El resto de mundo se afila los dientes en la cola del progreso, que no avanza prácticamente nada dicho sea de paso.

El prurito de consumo ocupa demasiado tiempo del seso de la gente. Mientras tanto
unos pocos, muy pocos, ríen con sonrisas fabricadas y sentados en mesas metálicas blancas cerca del campo de golf, comentando entre güisqui y güisqui el espectáculo que ayudan a generar sin el menor pudor.

PS: Leo que una mujer ha muerto por aguantar orina en un concurso radial. Todo por esperar la última consola de video juegos