jueves, enero 26, 2006

Paraísos modernos


Sal de la Galería Nacional (después de ver el enigmático cráneo oblongo y diagonal del cuadro Los Embajadores) por la puerta principal y voltea a tu izquierda. Luego camina unos cien metros y pasas la calle; encontrarás la iglesia St-Martin-In-The-Fields (en la foto). La cripta de la iglesia está ahora convertida en un agradable café restaurante donde puedes escuchar música clásica popular todos los días (Las cuatro estaciones de Vivaldi suena entre las 3 pm y 5 pm). Tómate un chocolate caliente y sal por la puerta lateral, sigue caminando como quién va a Charing Cross y en la calle peatonal a tu izquierda podrás encontrar un monumento dedicado a Oscar Wilde que tiene grabada una de sus frases:
We are all in the gutter, but some of us are looking at the stars.

Todos estamos en la cuneta pero algunos miramos las estrellas


Léela y compara lo que sientes, lo que piensas, lo que sientes, con lo que ves mas allá, en la calle perpendicular: los ejecutivos londinenses encorbatados corriendo, afanados, por llegar a algún lado mientras la vida pasa... comiendo sandwiches* hoy para tener caviar mañana... mientras acumulan para gastar en la otra vida. Esa vida después de la jubilación o justo al día siguiente de volverse milioner. El paraíso prometido de los tiempos modernos: el futuro. Los cimientos de todo el edificio construido para saciar deseos ajenos, artificiales, implantados tras años y años de adoctrinamiento televisivo, publicitario, familiar, social.

* No deja de ser curioso que la palabra provenga del conde de Sandwich quien se alimentó únicamente de esa clase de comida para no abandonar una partida de cartas.

lunes, enero 23, 2006

5 extraños hábitos tuyos


Ara me ha pasado la patata caliente del meme de "las cinco manías". Es uno de esos memes que tiene las características para convertirse en epidemia: queremos leer ese tipo de cosas de los demás y queremos pensar/publicar las nuestras, es fácil de replicar, es fácil de explicar, queremos replicarlo.

Bueno, ha sido difícil pero aquí voy:

  • Orejas frías. No soporto cuando las orejas se calientan. Me entra un desespero indescriptible. Sea invierno, verano, en cualquier época, si las orejas se calientan tengo que ir a un lavabo y mojarlas.
  • Movimiento enfermizo de las piernas. Con bastante frecuencia tiendo a mover mis extremidades inferiores a bastantes revoluciones por minuto. Hace poco leí que hay una enfermedad con el nombre Síndrome de las piernas inquietas . No creo que llegue a tanto, pero si me han dicho con cierta frecuencia que pare mi máquina de coser.
  • Calzoncillos blancos. Solo uso calzoncillos blancos. No soporto otro color. Será un problema neurológico, no lo sé.
  • Prejuicio en la lectura. Tengo la manía de juzgar a la gente por lo que lee. Es la única que he intentado quitarme pero sin éxito. A veces parece convertirse en vicio.
  • Mas de treinta cuarenta ventanas en el navegador. Alguna vez me puse a contar las ventanas que tengo simultáneamente en el navegador: aproximadamente treinta. Es que voy dejando temas pendientes por ver cada vez (para los interesados hay una extensión de firefox para que recuerde las pestañas y ventanas abiertas una vez hayas cerrado el firefox o apagado el ordenador)
  • Sobre la muerte. Todos los días pienso al menos una vez en la muerte. No es exactamente una tarea de obligado cumplimiento, pero siempre ocurre, al menos una vez. Esto merece una bitácora entera para ser explicado. Bueno, en parte esta bitácora intenta explicarlo.
¿Eran cinco?

lunes, enero 09, 2006

Susto en Bricklane


Ayer estuve en el mercadillo de Bricklane. Me gustó. Es el típico “mercado de las pulgas” donde consigues desde una cuerda especial para aquella lámpara que tienes el desván hasta frutas a buen precio. De hecho fui con el plan de ver y terminé comprando algunas cosas. Mientras me comía un bagel, paseé por todas la calles, por cada tienda, cada escaparate. Vi relojes despertadores a “uan paund” (con polca como música matutina), cremas para la cara a cuatro libras, cuencos de frutas a una libra (no quiero hacer cálculos pero creo que las frutas son mas baratas que algunos mercados en los mismísimos países tropicales de donde provienen: ¿qué tendrán?). Móviles, móviles y móviles. Millones, usados. Había gente vendiendo teclados de ordenador viejos mientras se mojaban en la lluvia. Libros y revistas sin relación, licuadoras, pantallas de ordenador. Todo perdiéndose por la lluvia.

Estaba en ello, divagando, como cosa rara, cuando mi corazón entero casi sale por la boca por un estruendo: de repente escuché una explosión en una de las tiendas del mercadillo, una que esta aislada del resto. Era un sitio de reparación de bicicletas, de estos típicos con tejas grises onduladas. “Ruf-son-faia!!”, gritaba un tipo. Mientras mi mente desconectaba esta explosión con la de los atentados del año pasado, me di cuenta que era un transformador eléctrico que había hecho explosión. Tamaño susto.

Es curioso, pero donde vivo, y con mi mente infectada con cientos de estereotipos, signos y señales que me hacen relacionar con simpleza atroz algunas ideas con otras, percibo constantemente mensajes que uno tradicionalmente solo ve en la tendenciosa televisión, o en los periódicos. Veo mujeres totalmente cubiertas con telas negras, solo mostrando sus ojos. Señores con grandes barbas negras e hirsutas y con chilabas (¡en pleno invierno londinense!), música, llamadas a la oración de la tarde (un poco mas lejos cerca a Whitechapel), restaurantes bengalíes, alfabetos inexpugnables en algunos anuncios.

Con este panorama: ¿Cómo es posible dejar de relacionar inconscientemente esta pequeña explosión con un atentado? Gracias televisión, gracias prensa, gracias prejuicios.

sábado, enero 07, 2006

Falsedades de Perogrullo


Llevo exactamente dos semanas, diez días, escuchando una y otra vez la pregunta ¿El cielo esta despejado?. El estudiante de Inglés de turno, mira por la ventana y ve la gran nube que parece cubrir todo el archipiélago. Luego vienen las bromas sobre el carácter casi permanente de esa gran nube gris sobre Londres. Posteriormente todos muestran un sentimiento de resignación.

La pregunta tiene el rango de verdad absoluta. Como “¿de qué forma es el reloj de la pared?”, “¿Estás sentado en una esquina?” y otras perogrulladas útiles solo en clases de idiomas.

Vivir en sociedad significa, entre muchas otras cosas, que estas, supuestamente, de acuerdo con ciertas cosas. Que hay convenios que respetas “porque sí”. ¿Quien dice que el ambiente grisáceo Londinense es negativo? ¿y si existe alguien a quien le gusta que el sol salga solo una tercera parte de los días del año?

miércoles, enero 04, 2006

Tengo vivienda II (notas)

De la búsqueda de habitación me quedan muchas imágenes si no impactantes bastantes curiosas. Recuerdo el piso de los coreanos, en el que tuve que quitarme los zapatos y ponerme unas "chanclas de invitado" de tres tallas menos, otro de asiáticos que estaba supremamente desordenado. Cómo olvidar el piso de las thailandesas que me recibieron con una gran sonrisa en la entrada. También me recibió un olor muy fuerte a comida thailandesa (que me gusta pero no impregnada en las cosas del día a día: muebles, moqueta, etcétera). Recuerdo el piso de un ejecutivo soltero de una zona empresarial de London: Canary Wharf. Grandes rascacielos y gente en corbata oscura y caminando de prisa con sus grandes vasos desechables de café de la cadena mas cercana. Y sus estaciones de metro: las mas amplias, iluminadas y modernas que vi, después de recorrer GRAN parte del metro de Londres. Era un piso de soltero en la cocina miles de tetrabricks de jugo de naranja y tenía pinta de que cocina menos que yo. "¿La lavadora también es secadora?", le pregunto. Me dice: "no lo se, creo que si, nunca la he usado".

Recuerdo también, esa otra habitación que me enseñaron que tenía dentro todavía a una chica francesa recién levantada y con pinta de resaca. A veces pregunté "¿cuánta gente vive aquí?". Algunas veces recibía un: "en el momento 10 personas... en total". otras: "en esta habitación una pareja de japoneses que viven aquí hace 12 años, en esta otra una de Indios, y en la de más allá vive un polaco". Una vez, en un teléfono me contesto un señor, diciendo que no quería perder el tiempo y que si quería ver la habitación en plan serio. Me recogió en coche en la estación y, yo, con mi tradicional pesimismo y visión de peligro en cada cosa, tuve que pensar mil veces si subirme o no.
Finalmente me enseñaron una prisión perfecta: con su sanitario, espejo, sin luz natural, en el bajo de la típica casa victoriana, sanitario compartido con 2? 12? 20? personas, y calefacción, todo incluido por módicas 120 libras a la semana, 1 mes de depósito, y una semana que se la queda la agencia por el favor; y sobre todo, garantizado que no hablaras con ningún humano. Hubo una oferta de dos australianas de diecinueve años, que necesitaban a un inquilino (yo) para compartir la casa de tres habitaciones. "¿harán muchas fiestas, no?", preguntó yo, sabiendo que no me iba a quedar con la habitación después de hablar 30 minutos con ellas. "bueno, somos jóvenes y es la primera vez que salimos de Oz" (como le dicen a Australia los jóvenes anglosajones). "ah!", respondo.

En algunos pisos me recibían muchos pares de ojos desde el sofá o comedor, como un banco de peces a un submarinista. Eso si, me he dado cuenta que la comunidad India, Bengalí y Pakistaní, hace negocio con los pisos: rentan una casa y luego lo alquilan a estudiantes (como yo), haciéndose con la plusvalía correspondiente. En fin, que podría haber tomado fotos a todos los sitios que fui para hacer una estudio sociológico de la vida de inmigrante en Londres, pero no fui capaz. Hasta he vivido una huelga de trenes: "este tren no para en la siguiente estación por la huelga", se escucha en los altavoces de toda la red de metro que recuerdan a Orwell. La gente no se inmuta, no hay ni una queja ni una diálogo, nada! y digo, yo, en España la gente diría algo!!! ¿será la famosa flema?

domingo, enero 01, 2006

Tengo vivienda (Londres día 14)


Por fin, tengo donde vivir en Londres. Me mudo mañana. Ha sido una locura. Algunos números:

Días efectivos de búsqueda: 8
Cantidad de pisos vistos: 24 (aprox)
Llamadas hechas: 60 (aprox)
Horas en el metro: 20 (aprox)
Horas caminando: muchas
Esperas bajo la nieve y con viento: 1
Porcentaje de pisos que enseñaba gente que no vivía allí (ie. Listos): 80%
Porcentaje de pisos que enseñaban Indios o bengalíes: 70%
Porcentaje de pisos que no olían bien: >50%
Pisos tipo prision: 1
Huelgas del metro: 1
Pisos tipo hotel (un pasillo, habitaciones y baños compartidos): 70%

Las herramientas usadas: ver foto.