domingo, diciembre 05, 2004

Las migas amarillas

Una mano. Veo de repente un pequeño hilo negro, muy fino, muy corto en un poro de la mano derecha. Con la otra mano (e inexplicablemente con una tercera sin dar demasiada notoriedad al hecho) tomo el cabo del hilo. Empiezo a halar y me doy cuenta que el hilo se mueve. Se mueve cual lombriz que escapa, en su tierra. Con las otras dos manos intento pillarla, que no se escape, sera algo malo. La pillo pero en cuanto voy tirando de ella me voy enterando de su verdadera longitud. Esta enredada con las entrañas de la mano, con los tendones con los huesos y con todo el mecanismo. Sigo tirando, el "hilo" empieza a romper la piel y la mano de repente esta totalmente abierta. Es una incisión perpendicular a los dedos. Con la mano abierta y con las otras sigo intentando retirar al extraño animal. Caen ex machina migas de un pan amarillo. Termino la labor, junto los extremos para que el cuerpo haga su trabajo y una definitivamente las partes. Lo hace, curiosamente, recuerdo las migas amarillas, ahora tengo que volver a abrir, con fuerza. Duele, dolor. Allí están las migas, hay que sacarlas. Sacudo la mano invirtiéndola para ayudarme de la gravedad. Caen las migas, caen las ruecas y caen también todas las ruedas dentadas que hacen que funcionen, mitad metal, mitad biología. Desespero. Como si abrieras un reloj muy complicado, solo para verlo y salen por los aires las mil piezas que lo componen y que sabes que incluso el mejor relojero tendría problemas para volver atrás al tiempo. Tremendo desaguisado. Despierto con dolor de cabeza.

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