lunes, marzo 07, 2005

Sobre

Con el corazón latiendo como si respondiera a mil estertores seguidos, llegué a la puerta. Me costó mucho sacar las llaves de la mochila, elegir la correcta. Un gran desespero, como si el mundo se estuviera acabando fuera de casa. Dentro, mi salvación. Finalmente encontré la llave correcta. La señora tejía en la sala. Me miró por encima de sus lentes oblongos en señal de saludo. Hice lo mismo moviendo mínimamente mis cejas. Suficiente saludo, me dije. Entré a la habitación. Retiré algo de caos de mi cama y puse allí la mochila. El sobre era blanco y estaba arrugado. Tantos empujones en los autobuses, tanto afán por llegar. La situación anterior se veía reflejada en los pliegues de ese sobre. Tres horas atrás estaba perfecto, impoluto. Ahora, y como me habría de comprobar luego, mi atroz influencia, mi sino, mi mal humor, había obrado en él: en tres horas casi destruido. Al abrirlo encuentro por fin las decenas de caracteres, el galimatías, que me había sido enviado desde España dos días atrás. La orden estaba clara. Debía seleccionar sólo los números, desechar los primos, usar el número resultante y luego destruir el papel. Contrario a las instrucciones tomé otro papel y empecé a copiar allí la respuesta. Solo los números no primos. Ya tenía el número correcto, veintisiete cifras. Y allí empezó mi verdadera pesadilla.

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