Un día cualquiera
Mientras venía caminando hacia mi casa vi la escena. Una mujer de unos treinta y tantos, rubia, sentada en el borde de una parada de autobuses. Mirando hacia afuera, buscando señales del bus con la mirada medio perdida. Una botella de cerveza en una mano, (y algún reguero en el suelo), mostrando una incipiente barriga. Su hijo, de unos once años, a su diestra, jugando con un coche imaginario en el resto de la angosta y roja banca que suelen tener esas paradas. Una escena tétrica. Paso de largo sin dejar de pensar en la situación y tratando de buscar pistas, de confirmar si es su madre y si esta borracha, y sobre todo, explicar la indiferencia del hijo, como si fuera un día mas, como hubiera tenido que salir de casa y tomar un autobús hasta el pub donde su madre suele atiborrarse de alcohol. Tres metros mas allá me detengo, doy la vuelta y observo valiente. Viene el bus, ella se pone de pié y tambalea. Si, está borracha. Dentro del bus da un paso hacia atrás confirmando aun mas la borrachera. El niño, indiferente, la espera sentado al fondo el autobús.