Tren
Y entonces íbamos en el tren dirección Matlock. A mi diestra un caballero de película de Tarantino: cabellos con gomina, botas tejanas, camisa de cuadros embutida en los pantalones, gafas oscuras y grandes anillos; hablando por teléfono con confianza. Al frente una mujer con un libro; alza la cabeza y ve esos enormes monumentos que desvelan las centrales nucleares. Por un instante solo se oye el andar del ferrocarril.
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