Distopías
La mayoría de las llamadas distopías de ciertos libros (cine, teatro, óperas), nos generan cierto asombro, que por lejanas e irrealizables, es temporal. Dura mientras se lee el libro o se acaba el espectáculo. Pero ¿Por qué nos embelesan tales historias como magos a un niño? ¿Será porque representan mundos lejanos o difícilmente realizables a corto plazo pero nos acongojan igual?
Generalmente esas historias muestran implícitamente la versión normal de la sociedad para poder compararla con la otra, la distópica. Un puro truco comparativo pero útil.
Esas comparaciones se me antojan erróneas en muchos de los casos, porque ubican al receptor de la idea lejos de la sociedad distópica y cerca de la normal. Exactamente el mismo efecto cuando toda la sala del cine se siente muy cerca del héroe y odia al villano en la película de turno.
Pero, si miramos con detenimiento, la nuestra, la sociedad actual, se parece mas a la sociedad que no deseamos, a la que se usa como metáfora para transmitir la idea, la hipotética sociedad indeseable; que a la otra, la supuesta normal o deseable.
Miren ustedes esas sociedades cercanas con las que intentan mostrarnos, por efecto comparativo del blanco sobre el negro, el problema, el temor de que la sociedad ideal (y actual) se transforme en esa que todos quisiéramos evadir. Mírenlas y háganse ustedes preguntas como:
¿Qué tienen esas sociedades extravagantes que no tenga la nuestra?
¿Se parecen las sociedades positivas, ideales y/o deseables, y la actual?
La primera pregunta se respondería en la mayoría de los casos con casi todo y la segunda con casi nada.
Es como si usáramos un telescopio al revés.
PS: Perdonen el uso reiterativo de la odiada palabra normal (tema a tratar un día de estos)
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